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El Paso: From tradition to the avant-garde - artetrama

El Paso: De la tradición a las nuevas vanguardias

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De todos los grupos de artistas que se han formado en España en el siglo XX podemos decir que El Paso, junto con Dau al Set, es sin duda el más relevante en cuanto a la definición de la vanguardia española.

Para entender los orígenes que dieron lugar a esta formación debemos entender primero cuál era la situación de la sociedad española a finales de la década de los 50. Hacía ya muchos años que la Guerra Civil había concluido y la dictadura franquista gobernaba el país. Pero España siguió aislada internacionalmente hasta comienzos de los 50, ya que el estado había sido afín en sus políticas al “eje del mal” de la II Guerra Mundial. Este hecho condujo a España a una autarquía que se acabaría gracias a una alianza con los Estados Unidos frente a la Unión Soviética. España gozaba de una situación geográfica clave que la convertía en un punto estratégico durante la Guerra Fría.

Así pues, a finales de los años 50 España comenzaba a ver atisbos de recuperación económica aún poco notable para una clase baja demasiado amplia.

En el ámbito cultural se vivía una época de vacío, pues las galerías habían cerrado en su mayoría y los marchantes y coleccionistas parecían haber desaparecido. La crisis política y social había dejado el mundo de la cultura parado y sin actividad pública.

No es de extrañar que unos jóvenes creadores, cansados de esta situación de pobreza cultural, se unieran para revigorizarla. Estos artistas, llegados de diversos puntos de España y cada uno con su estilo particular, tenían la misma conciencia reivindicativa y la misma necesidad de lucha por propulsar el avance de la plástica española.

Y así, en 1957, se formó El Paso. Los artistas Antonio Saura, Manuel Rivera, Rafael Canogar, Juana Francés, Manuel Chirino, Luis Feito, Manuel Millares y Pablo Serrano, junto con los críticos de arte Manuel Conde y José Ayllón firmaron un manifiesto en el que definían su actividad. Poco después se incorporaría al colectivo Manuel Rivera y al año siguiente, Manuel Viola.

Los integrantes del grupo se comprometían a crear un ambiente que permitiera el desarrollo creativo al margen de los formalismos establecidos en las bellas artes. Si bien la mayor parte de estos artistas se concentraron en la abstracción, el grupo desestimaba las etiquetas impuestas y rechazaba el uso de términos como conceptual, constructivismo, expresionismo… creían en la libre creación y en la investigación sin fronteras.

De esta forma, el arte español de vanguardia pasó a ser sinónimo de inconformismo, de ruptura y de rebeldía. Estos sentimientos fueron plasmados por estos artistas a través sus obras, cuyo nexo común entre ellas era la importancia del gesto y el trazado así como la reducción voluntaria del uso de los colores al mínimo. Además es importante apuntar que para este colectivo era de suma importancia el valor histórico del país y todos ellos plantearon una remodelación del panorama artístico fundamentada en la tradición. Así pues, podemos ver cómo materiales toscos como el hierro, la arpillera, la tela metálica, la arena o la pintura empastada reflejan la desesperación, la agresividad o la soledad, herencia de la España negra de Goya.

El Paso tan sólo tuvo tres años de vida, ahora bien, fue prolífico e internacional como pocos grupos españoles lo han sido en la historia. Si bien es cierto que su informalismo era el punto de unión, nunca hicieron una crítica explícita de la política del régimen y, como no suponían una amenaza para el estado, pasaron a convertirse en los grandes embajadores de la cultura española del momento.

En su primer año de existencia realizaron múltiples exposiciones en el país, la primera de ellas en la galería-librería Buchholz de Madrid y ese verano se presentaron en la IV Bienal de Sao Paulo Feito, Millares y Rivera en representación del grupo. Allí obtiene el premio de la crítica al mejor escultor Jorge Oteiza y se confirma que el arte español está de moda. Tanto es así, que el MOMA de Nueva York adquiere diversas obras de estos artistas. A finales de 1957 abandonan el grupo Suárez, Francés, Rivera y Serrano.

En los próximos dos años hasta su disolución se realizarían gran número de exposiciones en museos y galerías, conferencias y escritos que impulsarían el arte español tanto a nivel nacional como internacional. Tras una intensa actividad y 15 cartas firmadas, El Paso puso punto y final a su existencia en Mayo de 1960.

Como tantos otros artistas de su época, los componentes de El Paso desarrollaron su creatividad a ciegas en un momento en el que el paso a la modernidad parecía no darse nunca. Al igual que otros artistas informalistas sirvieron de puente entre la tradición y las nuevas tendencias de la vanguardia radical. Pero esto no sólo se dio en España. La capital de la vanguardia se encontraba en París y el expresionismo abstracto americano gozaba de su máximo esplendor. Los miembros de El Paso no sólo revolucionaron su sector y lo impulsaron, sino que también abrieron la mente de la sociedad española despertando su interés por artistas internacionales como Mark Rothko, Willem de Kooning, Franz Kline o Robert Motherwell.

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