Impresión offset con estampación en frío y barniz de alto brillo sedoso sobre papel. Firmada y numerada a mano por el artista. Edición limitada de 300 ejemplares.
Kōrin: Flowers of Resurrection es mucho más que un estallido de flores sonrientes. En esta litografía de 2016, Takashi Murakami vuelve a hacer lo que mejor sabe: unir la tradición artística japonesa con el pulso vibrante de la cultura pop contemporánea. La obra es un homenaje explícito a Ogata Kōrin, una de las grandes figuras del movimiento Rinpa, cuyas composiciones florales siguen siendo un referente estético siglos después. Pero como siempre en Murakami, la reverencia viene acompañada de una vuelta de tuerca muy suya.
A primera vista, la pieza brilla—literalmente—gracias al uso de foil plateado y barniz brillante, técnicas que aportan una textura casi líquida y una luminosidad hipnótica. Las flores flotan como si bailaran sobre una superficie etérea, entre el aquí y el más allá. Si uno se fija bien, en el fondo aparecen cráneos suavemente difuminados, un detalle sutil pero potente que transforma por completo la lectura de la imagen. Murakami no solo está celebrando la vida: también nos está recordando que esta brota—una y otra vez—de lo que se marchita.
Un dato curioso: esta obra forma parte de una serie donde Murakami se apropia del término japonés "kaika" (開花), que significa tanto "floración" como "manifestación". En otras palabras, estas flores no solo brotan, sino que revelan algo. Tal vez una emoción, una memoria… o la inevitabilidad de que lo bello y lo efímero van siempre de la mano.
Firmada y numerada por el artista, la edición limitada de 300 ejemplares fue distribuida con sumo cuidado por su estudio Kaikai Kiki, lo cual la convierte en una pieza muy codiciada entre coleccionistas. No es solo una obra visualmente deslumbrante: es una especie de memento mori pop, un recordatorio de que incluso la muerte puede venir envuelta en colores vivos y sonrisa de flor.
Con Kōrin: Flowers of Resurrection, Murakami nos regala una imagen que parece ligera y radiante, pero que, como muchas flores, guarda su complejidad en los pétalos más internos.